21.30 de un día cualquiera. Termino de cenar, me levanto del sofá, cojo la bandeja y me dirijo a la cocina, saciado por una cena en la que he cumplido con el plan de acción pautado por mí y mi nutricionista. Me siento bien y satisfecho. Friego, ordeno y me dispongo a ir al salón a ver un rato la tele antes de acostarme. Me acerco a la estantería, cojo dos onzas de chocolate y antes de llegar salón ya me las he comido.
¿Qué me ha pasado? Todo iba sobre ruedas……y sin darme cuenta me he comido un trozo de chocolate que tienen las mismas calorías que toda la cena. Buuuffff……mañana será otro día. ¡Mañana lo consigo!.
¿Te sientes identificado? ¿Te ha pasado alguna vez? Y lo que es más importantes, a ¿qué se debe?¿Por qué nos pasan estas cosas?
Como dijo Horace Mann “El hábito es como un cable, nos vamos enredando en él cada día hasta que no nos podemos desatar”. El hábito no es más que una conducta inconsciente en respuesta a una señal que nos genera una recompensa. Estos se crean generalmente por repetición y de ahí la dificultad para modificarlos.
Hasta aquí ya sabemos qué son los hábitos y cómo en algunos momentos no “juegan a nuestro favor”; pero ¿cómo mejoro mis hábitos alimenticios?.
El primer paso es descubrir el hábito que nos perjudica y desear cambiarlo. Esto que parece tan sencillo no lo es tanto, ya que tenemos infinidad de hábitos de los que no somos conscientes.
La estrategia a utilizar tiene que ser la que más se amolde a ti. En este caso no hay recetas milagrosas; pero te puedo sugerir alguna. ¿Y si sobre la tableta de chocolate pones una tarjeta que diga: “taza de leche desnatada”? Al principio te hará gracia; pero te puedo asegurar que te ayudará a no comer el chocolate. Una vez repetido el mismo proceso muchas veces tu mente se acostumbrará al nuevo hábito y cuando termines de cenar la señal inconsciente será “tomar una taza caliente de leche desnatada”.
Esta revisión de hábitos alimenticios te puede ayudar a mejorar tu salud de una manera rápida y divertida. Ánimo!